Libro de los gorriones

Libro de los gorriones

Por Gustavo Adolfo Becquer

Formato: PDF  (Adobe DRM)
Disponibilidad: Descarga inmediata

Sinopsis

Amor, muerte, poesía. Los tres ejes del Libro de los gorriones, las Obras de 1871 (Fortanet, Madrid), con que son menos conocidos los lapidarios versos de Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836 - Madrid, 1870) allíreunidos y aquíofrecidos en el orden de lo publicado tras la muerte -prematura, recóndita- del poeta, quien, sabido es, no llegóa verlos, juntos, en letras de molde. A varios amigos verdaderos se adeuda su inmortalidad, usando de esa tradición hispana de consolar viudas y huérfanos mediante fastos póstumos. ¿Romanticismo? Sin público ni alardes de eficacia escénica, sin la hueca pasión que ansía satisfacer petulancias insaciables. Mejor, posromanticismo,íntimo, hondo, introspectivo. No hay postizos. La poesía es sincera e intenta huir, a veces sin conseguirlo, del ripio al que tan inclinados eran los efectistas, con tantos lugares comunes que convierten al espíritu en una forma de expresión para el arte de Talía. Nada hay de patético en Bécquer, pues la tristeza o la melancolía nacen de la profundidad y en ella reposan. El transporte al papel dota de cuerpo, esbelto, delicado, a lo que saliódel alma. Azules eran, como hoy, esas pupilas como noches y pálido el musgo del cementerio de la soledad. El sueño de la razón se une a la lógica del imaginario, sin estridencias ni afanes plañideros. La palabra como concepto desnudo del universo interior, espejo de las alturas con estrellas y paisajes fosforescentes. «Poesía... eres tú». La inmarcesible liviandad que transpira ilusiones y estéticas de redonda pureza, a la que se encaraman las populares seguidillas, con dejos del cancionero andaluz castizo, fuera de salones galantes, contrasta con otras -pocas- composiciones no tan acabadas, recurrentes o de moderada subjetividad. El afecto, que no -sólo en parte- la afectación, reside en cada poema, como sinfonía que brota del epicentro en forma de sentimiento rimado, donde lo sensual se enfrenta a lo turbador y lo carnal a lo quimérico o esperanzado, la perfección incorpórea y platónica resumida en una mirada o en una golondrina que vuelve y no vuelve: amor y desengaño, pasado y futuro. Que hallazgos tan erizadores de vellos durmiesen en un cajón (a poco en el extravío) parece un contrasentido, pues a gran parte de ellos debe su existencia la lírica absorbida por cuantos -simbolistas, modernistas, incluso parnasianos- pretendieron destilar con su apoyo lo que dio de sícada musa particular. Es la estructura nutricia de varias generaciones de poetas con voz propia, en ese cíclico renacer donde cada creador mantiene las tesituras iniciales, aunque se distancien, en la forma lograda, del fondo matriz. Bécquer, con su juego de sueños y despertares, se mantiene en el impreciso plano de la vigilia emocional, donde la ensoñación tiende al esoterismo y a la magia, de sugerente plasticidad. El misterio se desliza por lugares imaginativos, enigmáticos, capaces de alterar con sus exhalaciones elámbito de lo concreto, incluso para describir unos ojos de mujer: la poesía misma y su principio. Ilustraciones, coloreadas, de Charles Whymfer, J. Giacomo, J. H. Bacon, A. Barraud, J. Grahem, John Seymour Lucas, J. H. Sydney y W. B. Granesse.

Gustavo Adolfo Becquer